Aunque siempre había pensado que era mala fortuna vivirte querida enfermedad, hoy me decidí a verte con los ojos del amor. Te odiaba y maldecía, pues pensaba que habías venido a detener el flujo de paz que he vivido desde hace algún tiempo. Hoy te veo con el corazón para decirte que te acepto tal como eres. Eres bendita porque no llegas por casualidad a mi vida, sino que llegas para darle a mi vida, el giro necesario que necesitaba para ver más allá de mis preocupaciones.
Yo se que te presentas en mi ser, en mi cuerpo. Pero como un mensajero milagroso que añade a mi vida la consciencia de apreciar el regalo más hermoso que nos dio Dios, La vida.
Por lo tanto, gracias por estar en mi vida, amada enfermedad. Te amo y te honro. Pero debo ser sincero contigo: elijo darte un significado nulo en mi camino pacífico. Si llegas, serás bienvenida, si no llegas, no me inquietaré por tu ausencia. Mi camino no es caminar contigo. Mi camino es caminar junto a mis sueños futuros. Desde hoy me despreocupo de ti y te doy las gracias por tus enseñanzas. Hoy elijo las enseñanzas de Dios que me conducen a la paz total y completa.