Nos pasa a menudo cuando estamos en plena etapa de transición a la madurez. (Me pasó a mí). Y nosotros, los hombres, demoramos mucho más en madurar. De jóvenes, confundimos un montón de cosas, y hablo desde mi vida, sin especialmente creer que tu vida se parezca a la mía. Yo siempre creí que tenía buenos amigos. Y el tiempo me ha dado la razón: en general, son solo compañeros de aventuras exprés en la vida.
Y aquí relato algunos ejemplos de cómo en mi entorno confundimos la mierda con la pomada. Por ejemplo, mi papá siempre ha creído que un sábado con algunos tragos en una cancha de fútbol era mejor compañía que la misma familia. El cáncer le ha hecho entender que siempre confundió la mierda con la pomada. Mi mamá piensa que el tiktokero sabe mucho más que un médico; su diabetes actual le hace reflexionar y pensar. ¿Tendrá razón el médico?
Otro ejemplo es mi hijo, a quien le he entregado las mejores armas para que sea un ciudadano de bien y más inteligente que yo. Actualmente, prefiere TikTok a un buen libro. ¡Por cierto! Las dos opciones son gratis. Y, para nada, quiero restregarles a mi familia lo mal que actúan; el tiempo es el único. Solo que, al momento de redactar esto, me recordé cuántas veces confundimos la mierda por la pomada.
Y ya que hablo de mi hijo, no voy a olvidar la vez que la mamá de mi hijo me cambió por casarse con alguien que le haría feliz "toda su vida". La frase "prefieres la mierda por la pomada" se hizo presente nuevamente cuando, con dos hijas, tuvo que abandonar su matrimonio.
Vivimos en una sociedad que literalmente vive ignorante en un mundo en el que la tecnología nos brinda más opciones de superarnos a diario. Pareciera ser que somos más tontos cada día. Preferimos gastarnos todo el dinero del mundo en nuestra vanidad, cuando muchas veces estamos enfermos por dentro. Esto aplica a todo: enfermedades de la mente, física y del corazón.
Tengo un familiar lejano cuya madre vivía en un asilo. Él solo prefirió venir para su velorio en lugar de venir antes a dedicar un tiempo de calidad.
Toda fiesta en este país es con trago y drogas. Cuando digo todas, es todas. ¿O ustedes creen que en los colegios no hay drogas? ¿No hay trago? Yo también fui parte de la generación que inventaba el popular "trabajo en grupo" (solo que nunca bebí ni me drogué).
Y ya que estamos en épocas navideñas, dicen: "Al menos en estas fechas, llevemos la fiesta en paz". O sea, todo el año nos peleamos, y solo en Navidad somos los hipócritas que tanto anhela el Niño Dios?. Pensé que la hipocresía solo se encontraba en los velorios (porque es en dónde también se reúne la familia), pero ahora las cenas navideñas de toda índole, familiar, trabajo o de amigos, están llenos de hipocresía.
Pero está bien, cada quien es feliz a su manera, mintiendo como mejor se puede. Ojalá se regalen un baño de verdad, para que les alcance a entender que ir a la iglesia o hablar de Dios no les quita lo hijueputa.
Dicho esto, feliz Nochebuena.